El principal atractivo turístico de naturaleza urbana de Ciudad Bolívar es sin duda el Casco Histórico desde el punto de vista de su morfología y tipología y, claro, también por su significación histórica y gran frente de agua, el Orinoco, y en fin por estar clasificado como Monumento Público Nacional. Lástima que quienes tienen la función legal de administrar este centro histórico no haya estado últimamente a la altura de su importancia.
Si en estos momentos y, no obstante este atractivo del centro histórico, el turismo no es la actividad más importante, el destino natural de Ciudad Bolívar será el de convertirse con el tiempo en una capital turística y ese es un proceso que se comenzó a dar cuando el arquitecto Ricardo Vitanza asumió la Dirección de Turismo del Estado. Después de ese episodio político administrativo, es poco cuanto se ha hecho en materia de infraestructura turística, no obstante las perspectivas que en tal materia tiene la ciudad, ahora que se ha apagado el sueño de Pancho Guevara Luces de querer convertirla en centro regional de la pequeña y mediana industria.
Se
ha venido demostrando durante los últimos años, dada la situación económica
nacional que el turismo es cada vez más factible como alternativa de desarrollo
para la diversificación de la base de algunas economías regionales y Ciudad
Bolívar no escapa a ese fenómeno.
Se
ha generado una serie de situaciones indudablemente favorable para el desarrollo
turístico. El venezolano está viajando
ahora más dentro de sus propias fronteras ante la imposibilidad de
viajar hacia otros horizontes externos y el hecho de que a la vez seamos un
país barato para los de afuera, está generando una afluencia masiva de gente de
todas partes del mundo.
Ante
esta realidad, Bolívar ofrece un
escenario propio para el desarrollo de la actividad turística, mucho más
rentable que otros centros playeros en franca competencia con países caribeños,
mientras que los desarrollo del turismo de aventura o de selva están en países
con problemas de convulsión social, países además con una calidad escénica
inferior a la nuestra y ofertas menos atractivas.
La
calidad de nuestros escenarios naturales es sobradamente atractiva como el de la Gran Sabana, por
ejemplo, que está dentro de las seis áreas mundiales consideradas Patrimonio
Natural de la Humanidad,
lo mismo que la fisonomía urbana de Ciudad Bolívar y los escenarios naturales
de su entorno. Ambos constituyen pilares fundamentales para un desarrollo
turístico a los cuales todavía no se les ha dado la importancia que tienen.
Últimamente
a la Dirección
de Turismo se le han inyectado cuantiosos recursos, pero éstos han estado
dirigidos más al espectáculo y la promoción.
La Dirección
de Turismo debería mirar más orgánica y positivamente hacia otras áreas de
infraestructura: gestionar la continuación de la revitalización integral del
casco histórico, contribuir con el
sostenimiento y fomento de los museos.
El Museo de la Casa
del Correo del Orinoco se está cayendo, el Museo Histórico de Guayana carece de
presupuesto, el Museo Etnográfico del Orinoco prácticamente no existe, el Museo
de Ciencias está frenado, el Museo
Geológico y Minero está cautivo, el
Jardín Botánico carece de la misma dinámica que le imprimió su fundador Leandro
Aristeguieta y la iniciativa del Acuario del Orinoco quedó flotando en el mar
angustioso de las promesas incumplidas, o de las lagunas cundidas de bora donde
Rojas Suárez concibió con bombos y platillos su ideal ubicación.
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