Uno de los problemas del Casco Histórico de
Ciudad Bolívar es su deficiente iluminación pública o externa a través de los
consabidos postes y maraña de cables conductores de electricidad que aunados a
las líneas telefónicas y a las de plantas televisoras desfiguran y oscurecen
más la fisonomía de la ciudad.
La
posteadura y cableado comenzó en 1911 cuando la empresa que hoy ostenta las
siglas de Elebol instaló la que históricamente vino a ser la primera planta
eléctrica, entonces combustionada con carbón antracita y ocasionalmente con
leña a falta de este fósil importado de Inglaterra y Estados Unidos.
La
ciudad capital estaba reducida al Casco Histórico y hasta esa primera década
del siglo veinte el centro urbano no estaba visualmente contaminado con esos
accesorios que disminuyen la estética de su peculiar arquitectura. Parecía un
“pequeño burgo medieval”, tal vez un
“anfiteatro” o una “pirámide berroqueña acurrucada sobre una roca, como la vio
en un amanecer brumoso el escritor Rufino Blanco Fombona.
En
estos 98 años de electricidad, teléfono y televisión por cable, el Casco
Histórico se ha desfigurado, máxime cuando a ello se han agregado las malas
intervenciones de sus inmuebles, la alteración de sus antiguas ventanas
andaluzas, las llamadas puertas Santamaría sustitutas de las dobles puertas de
madera, altas, de mágicas cerraduras, aldabones cabezas de león y labradas con
fina ebanistería.
Cuando
en 1976, el Casco Histórico fue declarado Monumento Público Nacional o
Patrimonio Cultural de la
Nación, sus habitantes se alegraron porque pensaron que el
interés oficial de todas las instancias, por la revitalización integral y
estética del caco urbano, de acuerdo con su estilo angostureño, sería una
realidad activa y constante. Pero esa
alegría, ese júbilo que en un principio fue vigoroso y extrovertido, se ha
venido diluyendo en la medida que el forasterismo desarraigado de la tierra y
de su historia se adueña del coroto.
Uno
de los propósitos del equipo venezolano-español consistía en poder lograr
limpiar el Casco Histórico de postes y cables, para lo cual se comprometieron
los administradores de Elebol en coordinación con los gobiernos regional y
municipal. Obviamente, no sería de un
día para otro, sino de manera gradual y por sectores; sin embargo, han transcurrido tres decenios y
la obra no ha comenzado, seguramente por olvido o falta de planificación
obligada a continuar y ejecutar las autoridades sucesivamente renovadas.
Lo
cierto es que los postes y la maraña de tendidos siguen allí perturbando el
perfil y fisonomía total del Casco Histórico.
Si siquiera sirvieran para mantener iluminada la ciudad, pero que ni
esto se logra. Afortunadamente, las
noches de luna llena cubre aunque por pocos días el déficit del fluido
eléctrico. Un fluido deficitario que
nadie entiende en estos días distintos al ayer cuando había que importar carbón
o comprarle leña seca a los hacendados de la periferia. Que suceda hoy cuando la electricidad se
genera aprovechando los torrentes del Caroní es imposible de comprender como
tampoco se entiende que estando el Casco Histórico recostado del río más grande
de Venezuela, padezca escasez de agua.
Un contrasentido: en a región de los grandes, caudalosos y torrentosos
ríos el servicio de acueducto es un problema de largo alcance. En la región de la electricidad, el servicio
es caro e interrumpido. En la región del
oro, del hierro y del diamante, los centros urbanizados están ceñidos por cordones
de miseria y el Casco Histórico donde nacieron las Repúblicas de Colombia y
Venezuela en vez de hacer honor a la declaratoria de Monumento Público Nacional
se siente y sufre como un monumento a la desidia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario