Con motivo de la conferencia sobre piezas tumularias del mundo dictada por el arquitecto Ciro Caraballo en la Casa del Congreso de Angostura, se habló de la posibilidad de un decreto declarando al Cementerio Centurión “Monumento Público Regional”; sin embargo, tenemos entendido que este camposanto quedó afectado como tal con el Decreto 134 de Roberto Arreaza Constasti (1976) y luego con la Resolución de la Junta Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
Aún
cuando la Oficina
del Centro Histórico haya errado en la demarcación del plano de lo que es el
casco urbano angostureño, el Decreto 134 como la resolución de la Junta son claros al dejarlo determinado
entre el Paseo Orinoco, desde la calle
El Pilar hasta la calle Piar bajando
hasta la esquina El Sordo, siguiendo la avenida Cumaná hasta empalmar con la Democracia prosiguiendo
hasta el cruce con el Paseo Gáspari y tomando finalmente la calle El Pilar
hasta empalmar con el Paseo Orinoco.
Entonces
es obvio que el Cementerio está afectado
por el Decreto Regional y la Resolución de la Junta Nacional como
lo está igualmente la
Plaza Centurión. Lo importante, como está planteado es que
al Cementerio se le asista tal cual como
se viene haciendo con el resto del Casco Histórico, no sólo por el hecho de
estar dentro del perímetro sino porque ese cementerio fue construido en los
albores de la
Independencia, porque su interior guarda los restos de próceres
nacionales y regionales y por el valor artístico de mucho de los panteones que
allí se encuentran desde el siglo diecinueve.
El
Cementerio actual tiene más de 180 años, pero pudiéramos decir que tiene la
misma edad de la ciudad porque antes que se oficializara con muros, rejas y
capilla, en el mismo sitio la errática capital de la provincia comenzó a
enterrar sus muertos. Pero desde los años setenta se acabaron los espacios en
su interior para nuevas tumbas aunque muchas son reutilizadas luego que el
tiempo biológico queda reducido a polvo “Post
mortem nihil est” y aún cuando no
haya un espacio más, el Cementerio seguirá vivo en el amor de quienes por
cualquier vía descienden o dependen de los muertos; seguirá vivo en el responso
y las flores del 2 de noviembre o del aniversario individual de quienes allí
reposan; seguirá vivo como reliquia arquitectónica pues en toda su estructura
es detectable el material y la técnica de construcción predominantes en el
curso de dos siglos, desde la piedra bruta y el barro pasando por el ladrillo
hasta el bloque, la mampostería y el mármol. En fin, seguirá vivo en sus bien
labradas piezas tumularias, en su estatuaria de cruces, cristos, vírgenes,
ángeles, serafines y los más variados símbolos de la ultimidad, en sus mármoles
blancos de Carrara, en sus mármoles negros de Bélgica y en sus mármoles
amarillo de Siena y hasta en el jaspe y el cuarzo de nuestras canteras.
El neoclasicismo algunas veces
añorando el rococo hasta el arte moderno
están representado allí en muchos monumentos, sepulcros y panteones familiares,
sólo que muy maltratados por el abandono, el monte y las raíces de árboles y
arbustos que germinaron y crecieron allí espontáneamente. El tronco de un
frondoso Matapalo prácticamente quedó incrustado en la tumba alta de Rudolf
Ferdinan Groos fallecido en 1868 y así se puede decir de otras oprimidas por
los tentáculos de una acacia o un guayacán.
Hay monumentos valiosos del siglo
pasado que deberían ser preservados como el de los Dalton en forma piramidal
levantado en 1883; el de María de Von Buren en 1863; el de Alejandro Mantilla
Olivares (1888); el de Luisa Josefa de Alcalá de Aristeguieta (1856); el de
Geni Pérez (1863); Isabel Ballenilla (1850); el de José Lezama; el de Clemencia
Romberg (1882). Hay otros no identificados porque hasta las lápidas han
desaparecido. Recordamos que la lápida de la que fue tumba de Tomás de Heres
fue grabada por el reverso y utilizada en otra tumba. Luego fue rescatada y hoy
está en depósito en el Museo de Ciudad Bolívar.
Los citadinos aguardan que la Alcaldía y la Municipalidad se
ocupen del Cementerio Histórico de la ciudad, remodelándolo, delineando sus
sendas, censando las tumbas, estableciendo vigilancia permanente y logrando que
sea un atractivo o sitio de interés más de la ciudad como lo es el Cementerio
de Montmartre de Paris.
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