El Programa de Revitalización Integral del
Casco Histórico comprendía la recuperación de la Calle Venezuela y en ello venía
trabajando ardorosamente la arquitecta Elisa Rodríguez Landaeta cuando
sorpresivamente la rindió mortalmente el disgusto sufrido por la tala de una
Ceiba centenaria cercana al Museo de Arte Moderno Jesús Soto.
Recuperar
la Calle Venezuela
significaba recuperar el alineamiento de los inmuebles, recuperar las
características tipológicas que tienen en conjunto, aún sin ser éstos de valor
histórico o artístico, recuperar la calidad visual por su continuidad, armonía
y uniformidad, evitar las malas intervenciones y lograr la conservación y
restauración de inmuebles de estilo arquitectónico de influencia colonial
como el inmueble adquirido por Luis
Ishicawa que hace esquina con la calle Libertad y el diagonal donde están la Farmacia Unión el Hotel Ritz;
la casa donde nació Llovera Páez, la antigua casa Mercantil de F. E. Salazar y la Casa donde se hospedaron los
diputados al Congreso de Angostura, el Hotel Las Delicias y la Casa de las Doce Ventanas ya
totalmente recuperada y restaurada.
En
tiempos de la Colonia
la Calle Venezuela era conocida como Calle Principal y posteriormente en 1900
como Calle 30 Llaves. En verdad no era
toda la calle Venezuela sino la parte comprendida entre las calles Piar (callejón de los Dalton) y Miscelánea (Dalla
Costa). A lo largo de ese espacio había
treinta negocios protegidos por grandes puertas de madera con cerraduras
antiguas y manojo de llaves descomunales. Famosa en la Calle 30 Llaves era la Tintorería
de Maximiliano Rodríguez y en 1910 el Club Apolo que después fue mudada a Santa
Justa. Al lado de la esquina Treinta
Llaves estaba la casa de la
Editorial La Empresa que editaba el vespertino El Luchador de
los Hermanos Suegart. En esa esquina
está hoy la Zapatería El
Coloso y en la diagonalmente opuesta estuvo el Depósito de sal del
Gobierno Existió también en las inmediaciones el Barrio Treinta Llaves
llamado después la
Ciudad Perdida.
En la Calle Venezuela haciendo
esquina con la Calle Dalla
Costa existió un establecimiento muy animado, humorísticamente visto como una
“segunda instancia” donde casos judiciales que se trancaban y enredaban en los
tribunales podían encontrar allí su más conveniente solución.
Al frente oeste del Café España, un
hebreo de apellido Garay tenía una tienda mixta, pero a esa esquina del hebreo quien le daba connotación
era Pedro Montes que estaba al lado con
su comercio llamado “Salón Columbia” que vendía rockolas y luego se cambió para
el ramo de ferretería. El vivía en la
parte alta del negocio y en su tiempo
mozo se destacó como novillero en el Circo Monedero, era un personaje singular
con pantalones de tiro y un tic de mano golpeando un costado de la
barriga. Cuando tuvo carro por primera
vez, aquello era una tragicomedia para pasar una esquina.
En
la esquina norte opuesta al Café España estaba la casa donde operaba la Botica Vargas. El inmueble fue comprado a Ernesto Bilancieri
por el hermano de Jorge Azis para instalar el actual Almacén La Trinidad. La Botica Vargas vendía la infalible Crema del Doctor Auché
indicada contra las manchas de la viruela.
Zarzaparrillas y píldoras del Doctor Bristol se apreciaban como remedios
soberanos para el hígado y la sangre.
También en la
Botica Vargas se ofrecía la “Panacea Espléndida” como
“remedio eficaz contra el paludismo”. La
promoción publicitaria decía que se
trataba de una “combinación de varias sustancias vegetales capaz de
contrarrestar los estragos del veneno miasmático en el cuerpo humano”.
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