jueves, 21 de febrero de 2013

La horrible maraña de postes y cables




Uno de los problemas del Casco Histórico de Ciudad Bolívar es su deficiente iluminación pública o externa a través de los consabidos postes y maraña de cables conductores de electricidad que aunados a las líneas telefónicas y a las de plantas televisoras desfiguran y oscurecen más la fisonomía de la ciudad.
            La posteadura y cableado comenzó en 1911 cuando la empresa que hoy ostenta las siglas de Elebol instaló la que históricamente vino a ser la primera planta eléctrica, entonces combustionada con carbón antracita y ocasionalmente con leña a falta de este fósil importado de Inglaterra y Estados Unidos.
            La ciudad capital estaba reducida al Casco Histórico y hasta esa primera década del siglo veinte el centro urbano no estaba visualmente contaminado con esos accesorios que disminuyen la estética de su peculiar arquitectura. Parecía un “pequeño burgo medieval”, tal vez  un “anfiteatro” o una “pirámide berroqueña acurrucada sobre una roca, como la vio en un amanecer brumoso el escritor Rufino Blanco Fombona.
            En estos 98 años de electricidad, teléfono y televisión por cable, el Casco Histórico se ha desfigurado, máxime cuando a ello se han agregado las malas intervenciones de sus inmuebles, la alteración de sus antiguas ventanas andaluzas, las llamadas puertas Santamaría sustitutas de las dobles puertas de madera, altas, de mágicas cerraduras, aldabones cabezas de león y labradas con fina ebanistería.
            Cuando en 1976, el Casco Histórico fue declarado Monumento Público Nacional o Patrimonio Cultural de la Nación, sus habitantes se alegraron porque pensaron que el interés oficial de todas las instancias, por la revitalización integral y estética del caco urbano, de acuerdo con su estilo angostureño, sería una realidad activa y constante.  Pero esa alegría, ese júbilo que en un principio fue vigoroso y extrovertido, se ha venido diluyendo en la medida que el forasterismo desarraigado de la tierra y de su historia se adueña del coroto.
            Uno de los propósitos del equipo venezolano-español consistía en poder lograr limpiar el Casco Histórico de postes y cables, para lo cual se comprometieron los administradores de Elebol en coordinación con los gobiernos regional y municipal.  Obviamente, no sería de un día para otro, sino de manera gradual y por sectores;  sin embargo, han transcurrido tres decenios y la obra no ha comenzado, seguramente por olvido o falta de planificación obligada a continuar y ejecutar las autoridades sucesivamente renovadas.
            Lo cierto es que los postes y la maraña de tendidos siguen allí perturbando el perfil y fisonomía total del Casco Histórico.  Si siquiera sirvieran para mantener iluminada la ciudad, pero que ni esto se logra.  Afortunadamente, las noches de luna llena cubre aunque por pocos días el déficit del fluido eléctrico.  Un fluido deficitario que nadie entiende en estos días distintos al ayer cuando había que importar carbón o comprarle leña seca a los hacendados de la periferia.   Que suceda hoy cuando la electricidad se genera aprovechando los torrentes del Caroní es imposible de comprender como tampoco se entiende que estando el Casco Histórico recostado del río más grande de Venezuela, padezca escasez de agua.  Un contrasentido: en a región de los grandes, caudalosos y torrentosos ríos el servicio de acueducto es un problema de largo alcance.  En la región de la electricidad, el servicio es caro e interrumpido.  En la región del oro, del hierro y del diamante, los centros urbanizados están ceñidos por cordones de miseria y el Casco Histórico donde nacieron las Repúblicas de Colombia y Venezuela en vez de hacer honor a la declaratoria de Monumento Público Nacional se siente y sufre como un monumento a la desidia.

           

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