viernes, 22 de febrero de 2013

La Plaza de la Libertad (XIX)




Además de las plazas Miranda y Farreras, el programa de revitalización integral del Casco Histórico, abarcaba la recuperación de la Placita del Cine Ríos y la Plaza de la Libertad, también llamada Plaza Santa.  Le corresponde por lógica y naturaleza el nombre de Plaza de la Libertad porque fue construida precisamente para erigir en ella la actual estatua de la Libertad, expresamente mandada a modelar en Italia.
            Fue inaugurada el 5 de julio de 1911, primer centenario de la proclamación de la Independencia de Venezuela y constituyó un aporte de la logia Asilo de la Paz al programa oficial elaborado por el gobierno de Arístides Tellería, en consecuencia tocó al masón doctor Luis Natera Ricci, pronunciar el discurso alusivo.
            Siendo corresponsal del diario El Nacional, el masón grado 33, don Natalio Valery, me contó que aún cuando no estaba en el programa protocolar de la inauguración de la estatua, él se aventuró hablar en el momento para proclamar la libertad aherrojada por la dictadura de Juan Vicente Gómez.
            Facundo, fecundo y de verbo elocuente, orador airoso según la circunstancia política o social, don Natalio Valery estuvo insoslayablemente presente en los grandes eventos de la ciudad al igual que don Hilario Machado, de manera que frente a la dictadura del General Juan Vicente Gómez, su amor por la libertad y la justicia, lo llevaron a pronunciar un revolucionario discurso, que casi le cuesta el exilio. 
Lo mismo le ocurrió cuando el Presidente Eleazar López Contreras vino de visita oficial al Estado Bolívar. Para el acto oficial de recibimiento por las autoridades y demás personajes de la vida económica-social de la ciudad, don Natalio Valery  fue comisionado por la Cámara de Comercio para pronunciar el discurso de bienvenida contenido además de las aspiraciones políticas y económicas del pueblo de Guayana. Aquí una vez más despertó su ahogado sentimiento de libertad y justicia social dejándolo traducir a viva voz y causando malestar a quienes aún se cobijaban bajo el manto gomecista.  El resultado fue que lo llamaron a reflexión y seguidamente se produjo un atentado contra él lanzando en el jardín de su casa solariega, una bomba casera de las que se fabricaban entonces.
Lo cierto es que la Plaza de la Libertad, al igual que la Placita del Cine Río con sus enormes Ceibas morochas, permanecen augusta en el tiempo, ahora recuperadas dentro del programa de revitalización pues se encontraban en un estado de abandono, incluso con una pantalla colgando del brazo extendido de la estatua. La Placita del Cine Río al final de la calle Amazonas que empieza en la calle Carabobo y desemboca en el Paseo Orinoco tras atravesar la calle Babilonia, y la Plaza de la Libertad.  Así como se aprecia en la gráfica estaba antes, ahora ha quedado dentro de una plaza triangular, rejada y con cuatro bancos de espaldar.  La estatua está sobre una peana de mármol de cinco metros con la efigie del Libertador y dos leyendas, una alusiva al centenario de la independencia, dedicada a los abnegados guayaneses incorporados a la lucha por la emancipación y la otra testimoniando que fue posible a los aportes de la Logia y la comunidad bolivarense.  Esta plaza se halla frente a la Logia entre las calles Guzmán Blanco y la calle Amazonas.
En un tiempo la Banda Dalla Costa del Estado al igual que la del Batallón Rivas, tocaba allí cuando ofrecía retretas itinerantes que abarcaban la plaza Miranda, Plaza Bolívar y el  Paseo Falcón, pero esa tradición de la retreta introducida en Angostura por los legionarios ingleses que en 1818 recorrían las calles con sus bandas militares para celebrar algún acontecimiento, quedó fuera del repertorio oficial de la actualidad.


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