viernes, 22 de febrero de 2013

Restructuración de la Calle Bolívar (XIV)




Entre los proyectos de revitalización del Casco Histórico de Ciudad Bolívar, estaba el de la restructuración de la Calle Bolívar a ver si se le podía devolver la dignidad e identidad que la caracterizó como una de las primeras siete calles de la antigua Angostura.
            Esta calle, en un comienzo llamada “Calle de la Laguna”, “Calle de la Iglesia” y finalmente “Calle Bolívar” porque por ella subió el Libertador en septiembre de 1817 para sentar las bases del Gobierno Supremo de la República,  fue transformada en un Boulevard de acuerdo con un proyecto presentado al Gobernador Alberto Palazzi (1979-82) por el arquitecto Natalio Ávila”.
Con miras al Bicentenario del Natalicio del Libertador, el gobernador Palazzi  decretó el rescate y renovación del centro urbano de la ciudad sobre la base de un proyecto del Grupo Natalio Ávila, el cual fue objetado por la Asociación de Vecinos del Casco Histórico, presidida por la antropólogo María Eugenia Villalón y por el arquitecto Graciano Gasparini, en representación de los entes del estado que velan por la conservación del patrimonio histórico y artístico de la nación.
La primera etapa abarcaba la restauración de la Plaza Bolívar y 10 inmuebles de interés histórico y arquitectónico, ampliación y remodelación de la Plaza Farreras, saneamiento de la Laguna del Porvenir, realización del Centro de las Artes y transformación de la calle Bolívar en un Boulevard que enlazaría a la Ciudad Antigua con la moderna. Esta última obra fue la más objetada en consideración a que dividía el caso e interrumpía la armonía del conjunto arquitectónico.
En l982, el Gobernador Palazzi fue sustituido por el doctor Alcides Sánchez Negrón, quien declaró al Centro de las Artes y el Boulevard Bolívar, obras en ejecución, no prioritarias para el Bicentenario del Natalicio del Libertador y, en tal virtud, el centro fue paralizado y el Boulevard redimensionado para bajar su costo.  El resultado es ese Bulevar por el cual transitamos con amargura, un verdadero despropósito, una extravagancia, un adefesio, con escalinatas sobre una cuesta que de por sí era suave de caminar, con lajas frágiles en las aceras y piedras amarillas traídas de la Gran Sabana en el centro  siempre negras por el aceite y humo vehicular.
Al bulevar (quién ha visto bulevar sobre una pendiente) le colocaron jardineras que no sirvieron sino para que el viandante arrojara allí desperdicios, y faroles que nunca alumbraron porque el cableado subterráneo terminó dañado por las correntías pluviales y el tráfico vehicular.  Un tráfico vehicular que nadie entendió tratándose de un bulevar que significa vía peatonal y de paseo.  Los inmuebles que bordean la calle quedaron sin protección y para evitar eventuales embestidas de autos sin frenos  desbocados, le colocaron unos tarugos, es decir, cilindros cortos y gruesos que contribuyeron a elevar la fealdad del supuesto paseo, especialmente porque fueron fabricados sin arte ni gracias.  Quizás si los pequeños postes hubieran imitado el peón, el caballo, la torres y los alfiles del Ajedrez, habría pasado, pero nada, el Bulevar Bolívar terminó siendo además de económicamente costoso, un  error de administración  imperdonable que distorsiona la monumentalidad arquitectónica del Casco Histórico.  De allí que entre los proyectos concebidos en función de la revitalización integral del casco, estuviera, sin que hasta ahora ningún gobierno lo halla ejecutado, la restructuración de la calle Bolívar para devolverle su dignidad a la vez que su identidad original.  

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